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Nunca más volveré a hacer turismo rural

Nunca más volveré a hacer turismo rural

Antes nos daba por ir a la playa o a la montaña, pero ahora se ha puesto de moda, eso de hacer “Turismo Rural”, que es la manera más fina de llamar a conocer un pueblo que cuanto más antiguo, más dificultades y menos tecnología tenga, más encanto ofrecerá. Por tanto, si te apuntas, tú, que siempre vas a la moda, a la nueva moda del turismo rural, hay una oferta estupenda que podrás aprovechar: pagas 600 €,  viaje en autobús incluido, que saldrá el lunes porque solo pasa una vez por semana ya que el pueblo tiene 95 habitantes pero un encanto espectacular. Te aconsejo pastillas para el mareo aunque nunca te marees; muchas curvas tendrás que pasar y unas cuantas horas el viaje durará, la carretera es tan estrecha que como corras un poco por el barranco caerás. Prosigo con lo que incluye: información por parte del vecindario, acogida en una casa rural con una familia y leche, huevos y pan. Si quieres comer más, tu dinero tendrás que apoquinar. La familia, (después del mareo que traes a pesar de las pastillas, has tenido que parar dos veces para vomitar) te saludan muy alegremente, y los ves tan viejecitos “por lo menos tendremos tranquilidad” y de pronto aparecen una “hartá” de chiquillos corriendo, llorando, pegándose y quitándote cosas y te preguntas ¡pero ¿qué pasa aquí?! 

-“Mira son mis nietos  que me los han traído sus padres para que pasen aquí una temporada, así que echarle un ojo de vez en cuando no se vayan a escapar y si os molestan mucho tengo algodón para las orejas cerca de la caja de madera que hay en la entrada” y dices tu - ¡que caja más bonita!- y te contesta medio llorando, - “Si, pero no la toquéis que son las cenizas de mi difunta madre”- .

La casa no es una casa rural ¡Es un cortijo! Con bombillas y sin agua. Para tenerla hay que ir al pozo o a la fuente del centro, donde va todo el pueblo a cogerla, a ducharse y a todo. Estás hecha un lio: aquí no existen las puertas sino cortinas y con tanto niño corriendo se tambalean que da gusto. Llegó la noche, el descanso-piensas- te acuestas y dices puff: te hincas todo los hierros, los mosquitos no te paran de picar, las vecinas de enfrente que toman el fresco no dejan de cascar y los niños llorando, ¡Aquí no hay quien pueda descansar!. Al final consigues dormir y a las 5 de la mañana oyes al gallo cantar. El abuelo de la casa, (sí, así se le puede llamar) te corre la cortina y te dice:

- “Enga a trabajá” Ponte ropa no muy nueva porque te vas a ensuciar y aunque ahora tengas frio tampoco te vayas a abrigar porque calor seguro que vas a pasar.

En fin, piensas, me pondré los levis cortos y mi camiseta de palabra de honor y yo creo que con esto iré genial. Sales y el abuelo que te ve y dice:

-“Hija ponte el sombrero de paja que te acabo de comprar y quítate esos tacones que vamos a trabajar”.

Los cambias por tus zapatillas Niké y os liáis a caminar. El abuelo te mete por un camino de lleno de piedras, barro y jamargos  y llegas abajo, llena de arañazos, sucia y llena de moratones, de los porrazos que te has dado ya. El viejo te dice:

-“Toda esta tierra es mía y hay muchas cosas sembrás. Tu te vas encargar de quitar los hierbajos con cuidado de no pisar lo sembrao y después te paso el abono y ya te ayudo a echarlo y mientras yo, me encargo de recoger los huevos de las gallinas y de procurar que la burra se ponga a cagar porque cuanto mas cague más abono podremos echar y como se que te hace ilusión voy a ir al vecino que me pase un poco más”

A la mañana siguiente después de comer solo huevos, leche y pan le dices a la familia:

-“Ha sido un encanto estar aquí pero resulta que mi madre se ha puesto mala y me tengo que marchar”

El mundo se te cae cuando la abuela te dice:

- “Pos que lástima, pero resulta que por aquí pasa el autobús los lunes cada dos semanas por lo que os quedan 13 días por estar y lo siento por tu madre pero aquí, cobertura no vas a pillar”.

Una vez que has vuelto a tu casa, te bajas del autobús, "destrozá"  y con una cara de asco y cansancio  y te dices:

-“Nunca más volveré a hacer turismo rural. Vengo medio muerta de hambre, llena de espinillas, moratones y arañazos y para colmo toda mi ropa nueva para la basura va  porque ni el mejor sastre que existiera me la podría arreglar”.

Mientras tanto el pueblo se hinchan de reír porque le has hecho todo el trabajo, le has pagado bien y encima se van a la playa a gastar tu dinero y después a la ciudad. El verano que viene otra vez volverán a ponerse el disfraz, llevarse a todo los nietos y arreglar el corral que la gente pija, que va a la moda, seguro que vendrán. 

Por M.J. M.

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